Las órdenes religiosas ayudan y defienden a los migrantes

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Sister Joni Luna, S.P. (left) takes part in a demonstration of solidarity with migrants, immigrants, and refugees.

La Hermana Joni Luna, S.P. (izquierda) participa en una demostración de solidaridad con los migrantes, inmigrantes y refugiados. (CORTESÍA DE LAS SISTERS OF PROVIDENCE, SAINT MARY-OF-THE-WOODS, IN (HERMANAS DE LA PROVIDENCIA, SANTA MARÍA DE LOS BOSQUES, IN)


A lo largo de la historia de los Estados Unidos, las órdenes religiosas han respondido a las necesidades de los migrantes, inmigrantes y refugiados que han desembarcado en las costas del país o han llegado a sus fronteras. Más recientemente, en la frontera entre los Estados Unidos y México, las hermanas, sacerdotes y hermanos católicos han ayudado a los recién llegados con alimentos, medicinas, ropa, consuelo espiritual y apoyo. Con el brote de COVID-19, también respondieron rápidamente a las necesidades de seguridad y salud de estos grupos vulnerables.


En todo esto no están solos. La U.S. Conference of Catholic Bishops (Conferencia de Obispos Católicos de EE.UU.) ha emitido múltiples declaraciones en defensa de los derechos humanos de los migrantes, inmigrantes y refugiados, y los obispos han animado a los fieles a presionar para que se adopten políticas más humanas.


Sister JoAnn Persch, R.S.M. (left) and Sister Pat Murphy, R.S.M. (in purple shirts) are interviewed before taking part in a civil-disobedience action.
LA HERMANA JOANN Persch, R.S.M. (izquierda) y la hermana Pat Murphy, R.S.M. (con camisas moradas) son entrevistadas antes de participar en un acto de desobediencia civil. (CORTESÍA DE LAS SISTERS OF MERCY.)

“Tienes que hacer algo”

LAS SISTERS OF MERCY (HERMANAS DE LA MISERICORDIA) JOANN Persch y Pat Murphy fueron cacheadas, esposadas y arrastradas, como los inmigrantes por los que rezaban. Fue el Día de Acción Católica para los Niños Inmigrantes, el 18 de julio de 2019, en Washington, D.C. Las hermanas, de 85 y 90 años, respectivamente, fueron muy positivas al respecto.

"Tienes que hacer algo," dijo Persch al Chicago Tribune después de su liberación. "La pequeña incomodidad que sentimos ese día es mínima en comparación con lo que sufren los inmigrantes."

Estas dos Hermanas de la Misericordia saben mucho sobre lo que pasan los inmigrantes. En Chicago, su hogar, han estado involucradas en la asistencia social y el activismo con los inmigrantes durante años. Aunque la mayoría de las personas de 80 y 90 años están jubiladas, Persch y Murphy son voluntarias en un refugio para personas sin hogar, visitan a los inmigrantes detenidos, participan en vigilias de oración semanales y hacen activismo político. Ser esposadas y puestas en custodia no fue una experiencia nueva para las dos hermanas.

"Somos hermanos y hermanas, y no hace ninguna diferencia el color de nuestra piel o nuestra religión o el país del que venimos," dijo Murphy al Tribune. "Somos los protectores de nuestros hermanos y hermanas. Es una familia humana."



El hermano Todd Patenaude, F.M.S. (derecha) lleva a personas de los Estados Unidos a la frontera con México para un programa de inmersión que ayuda a los participantes a comprender mejor los problemas que afectan a los refugiados, inmigrantes y migrantes. Los hermanos maristas mexicanos y estadounidenses trabajan juntos para ofrecer la experiencia de aprendizaje.CORTESÍA DEL PROYECTO ENCUENTRO.)

Brother Todd Patenaude, F.M.S. (right) takes people from the United States to the Mexican border for an immersion program

Conocer a los migrantes en la vida real

LA MESA DEL ALMUERZO quedó en silencio mientras una joven madre compartía detalles de su peligroso viaje al norte. Había dejado su hogar en Honduras, con sus tres pequeños hijos, con la esperanza de llegar a salvo a los Estados Unidos. Habían llegado a Juárez, México, a poca distancia de la frontera, cuando los niños fueron secuestrados.

La gente de la mesa incluía participantes del Proyecto Encuentro, un programa de inmersión en la frontera. El proyecto permite a los participantes conocer a los migrantes y conocer sus historias mientras ayudan en los refugios. Uno de los fundadores del proyecto, el hermano marista Todd Patenaude, F.M.S., recuerda bien a uno de los participantes.

"Este hombre se consideraba a sí mismo un 'juez muy conservador de un estado muy conservador,'" recuerda Patenaude. "Pero era abierto. Estaba profundamente afectado por su experiencia." La familia se reunió cuando sus benefactores estadounidenses pagaron los 8.000 dólares del rescate.

"Realmente creo que el encuentro abre los ojos de la gente," dice Patenaude. "Una mujer dijo: 'Es difícil odiar de cerca.' Lo es. Ves a las familias migrantes y te das cuenta de que son iguales a ti."

Patenaude dice que está agradecido de haber recibido el tiempo y los recursos de los Hermanos Maristas para estudiar y responder al problema. "Nuestro carisma se centra en servir a los 'menos favorecidos.' No podría haberlo hecho solo."

El proyecto —una colaboración de los Hermanos Maristas, los jesuitas, las Hermanas de San Francisco de la Sagrada Familia y la Arquidiócesis de El Paso— comenzó en 2018.


Father Julian Jagudilla, O.F.M. (far left) advocates for immigrant rights with members of his religious community.
El Padre Julián Jagudilla, O.F.M. (extrema izquierda) aboga por los derechos de los inmigrantes con los miembros de su comunidad religiosa. (CORTESÍA DE LA PROVINCIA DE LOS FRANCISCANS OF THE HOLY NAME (FRANCISCANOS DEL SAGRADO NOMBRE)

Asistencia a los inmigrantes: vocación dentro de una vocación

AYUDAR A LOS INMIGRANTES a transitar un camino a menudo difícil hacia la supervivencia es el trabajo diario del Padre Julián Jagudilla, O.F.M., director ejecutivo del Centro de Migrantes de Nueva York. Hay una historia en particular que se destaca para él.

Un joven inmigrante indocumentado había llegado a los Estados Unidos para trabajar, y enviaba dinero a su madre que era muy pobre. No se había arriesgado a visitarla en al menos 10 años. Sabía que, sin documentación, no podría regresar.

"Pudimos ayudarle a conseguir la documentación que necesitaba,” dice Jagudilla. "Había estado ausente tanto tiempo que ella no lo reconoció al principio. Cuando le dijo quién era, ella se quebró y lloró. Era una historia de resurrección."

Los migrantes vienen al centro apoyado por los franciscanos para pedir ayuda con asuntos legales y otros servicios. Jagudilla dice que su ministerio como director ejecutivo le ayuda tanto a él como a ellos.

"Me ayuda a cumplir con mi vocación de fraile de dar la bienvenida a toda la gente," explica. "Es una gran oportunidad para dar testimonio del evangelio."


Sister Maria Antonia Aranda, I.H.M.
LA HERMANA MARIA Antonia Aranda, I.H.M. en la iglesia de St. John the Apostle and Evangelist (San Juan Apóstol y Evangelista) en Juárez, México, donde trabaja con los migrantes. (LILY MOORE-EISSENBERG/PULITZER CENTER)

Ministerio de familia en la frontera

MARIA ANTONIA Aranda Diaz tenía unos 40 años cuando dejó su carrera de ingeniero para convertirse en Hermana, Servant of the Immaculate Heart of Mary (Sierva del Inmaculado Corazón de María, o Hermana I.H.M.). Pensó en dedicar su tiempo al ministerio familiar, ayudando a las parejas a mejorar sus relaciones y guiando a los niños a leer historias de la Biblia. Su camino dio un giro completamente distinto.

Aranda se ha unido a hermanas, hermanos y sacerdotes católicos que han ido a la frontera entre EE.UU. y México para ejercer su ministerio allí con los migrantes. Estos religiosos han respondido a la crisis humanitaria causada por miles de solicitantes de asilo que llegan a la frontera y se les niega la entrada o el acceso a la solicitud de asilo. Los problemas se han visto agravados por los serios problemas de salud de COVID-19. La ayuda de los religiosos y religiosas ha ido desde satisfacer las necesidades inmediatas de alimentos y medicinas hasta el consuelo espiritual de los que han quedado traumatizados.

Es una historia bíblica moderna, dijo Aranda a la revista Time: "A partir del Génesis, estamos hablando de la migración, ¿no? El pueblo de Israel, los hebreos, caminaron a través del desierto," dijo. "Mateo habla del amor por los necesitados."

Ahora, a los 60 años, Aranda presta servicios en una clase diferente de ministerio de la familia de lo que alguna vez había imaginado, trabajando para ayudar a los migrantes a reunirse con sus familias al otro lado de la frontera. Ella lo llama "una gran alegría y satisfacción. . . saber que, de alguna manera, nuestro trabajo está ayudando a otras personas a encontrar la felicidad."


Sister Mary Kennedy, O.S.F. (right) at Aquinas Center in Philadelphia
La hermana Mary Kennedy, O.S.F. (derecha) ayuda a servir a las aproximadamente 600 personas por semana que acuden al Aquinas Center en Filadelfia para recibir ayuda con todo, desde la crianza de los niños hasta su estado migratorio. (FOTO DE ANDREA CIPRIANA-MECCHI, CORTESÍA DE LAS SISTERS OF ST. FRANCIS DE FILADELPHIA, GOOD NEWS.)

Sanar corazones rotos

LA VIDA DE ANUNCIATA no tuvo un gran comienzo. Creció en un hogar con abusos físicos y emocionales en Guatemala, y también vivió en un ambiente violento fuera de su casa, gracias a los atentados con coches bomba y a la amenaza siempre presente de los militares. Vio los restos de una amiga cercana que había sido asesinada.

La angustiosa huida de Anunciata la llevó, finalmente, a Filadelfia. Allí encontró seguridad y pertenencia en el Aquinas Center (Centro Aquino), un antiguo convento situado en el corazón de un barrio pobre, mayoritariamente de inmigrantes. También encontró a la hermana Mary Kennedy, O.S.F.

"Las clases con la hermana Mary me han ayudado a aprender nuevas técnicas de superación," dijo Anunciata (no es su nombre real) a Good News, una publicación de las Sisters of St. Francis (Hermanas de San Francisco) de Filadelfia. “Mi vida se ha transformado.”

Ya sea dirigiendo una clase llamada "Healing Our Hearts" (Sanar nuestros corazones) o presentando a los jóvenes padres entre sí en su Parenting Café (Café de Paternidad), Kennedy dice que la herramienta más importante que utiliza son sus oídos. "Cuando la gente ve que se los escucha y se los respeta, empiezan a confiar."

El último proyecto del Aquinas Center de Kennedy es en servicios legales de inmigración, ayudando con tareas como las solicitudes de ciudadanía, paquetes de defensa contra la deportación y entrevistas de inmigración. También ayuda a localizar a los miembros de la familia que han sido capturados en las redadas de inmigración.

Antes de servir en el centro, Kennedy vivió y sirvió en Guatemala. Su experiencia intercultural ha animado a los inmigrantes a confiar en ella. El eje de su ministerio, dice Kennedy, es este: "Mi fe es una gran parte de mi vida. No sería capaz de hacer una fracción de lo que hago sin ella.”


Father Corey Brost, C.S.V. (left) with a student pilgrim near the U.S.-Mexico border
El padre Corey Brost, C.S.V. (izquierda) con un estudiante peregrino cerca de la frontera de EE.UU.-México. (Cortesía de los Viatorian Fathers and Brothers (Padres y Hermanos de Viatorian)

Una vida radicalmente alterada

LA TRAYECTORIA del Padre Corey Brost, C.S.V., desde director de una formal escuela secundaria católica hasta informal líder de peregrinación, recorre el sur de Arizona, a lo largo de polvorientos senderos bordeados de cactus y salpicados con símbolos conmemorativos de los migrantes que han muerto.

"Vine para ayudar a dirigir otro grupo en 2015, y fue una experiencia tan potente que alteró radicalmente mi vida," dice Brost sobre su participación en cuestiones fronterizas. "Le pedí permiso a mi comunidad de Viatorian para dejar la escuela secundaria y así poder dedicarme completamente a los asuntos de inmigración. Dijeron, "Ve." Te apoyamos."

Brost comenzó a conducir a estudiantes y jóvenes adultos dos veces al año desde Tucson, Arizona, hasta Nogales, México. Hablan con los migrantes, los guardias de la patrulla fronteriza, los guías del desierto y los voluntarios de los refugios.

"Dejamos nuestras zonas de confort para buscar a Dios en el desierto," dice Brost. "Nos adentramos en las experiencias de las personas que viven esta tragedia de derechos humanos que es la migración. Nos preguntamos: ¿Cómo se cruza nuestra fe con ella? Los jóvenes dicen que la peregrinación humaniza el complejo tema de la inmigración. Conecta el sufrimiento humano con nuestra enseñanza católica."

Cuando Brost no está dirigiendo las peregrinaciones dos veces al año, supervisa la Casa de Hospitalidad Viatorian en Des Plaines, Illinois (cerca de Chicago), un ministerio para los jóvenes que esperan asilo y que de otra manera serían encarcelados en las prisiones del condado. Durante todo el año, de una forma u otra, Brost y la comunidad religiosa Viatorian brindan atención a los migrantes, inmigrantes y refugiados.


Sister Ann Durst, S.H.C.J.

LA HERMANA ANN DURST, S.H.C.J., que fundó un centro legal en San Diego que ayuda a los migrantes e inmigrantes, dice, "La vida humana es preciosa. . . cualquier esfuerzo que permita a la gente vivir una vida más humana vale la pena.” (CORTESÍA DE SOCIETY OF THE HOLY CHILD JESUS (SOCIEDAD DEL SANTO NIÑO JESÚS)

Usar los conocimientos legales para ayudar a los refugiados 

UN CASO QUE TODAVÍA RECUERDA LA HERMANA ANN DURST, S.H.C.J., ABOGADA Y CO-FUNDADORA de Casa Cornelia Law Center de su congregación en San Diego. El centro ha ayudado a decenas de migrantes a obtener asistencia legal crítica. Es allí donde conoció a "Sara."

Sara había huido de El Salvador para intentar escapar de las brutales bandas responsables del asesinato, la trata y la desaparición de muchos de sus compatriotas salvadoreños. A su llegada a los Estados Unidos, fue detenida y mantenida allí durante tres años.

"El caso de Sara fue desafiante y conmovedor," dice Durst. "Aunque tenía un temor bien fundado de regresar a El Salvador, finalmente fue deportada. Dijo, 'Si puedo salir del aeropuerto, estaré bien.' Supe de ella una vez, así que salió. Pero no tengo ni idea de dónde está ahora.”

En retrospectiva, Durst lamenta que, aunque éste fue quizás su mejor trabajo jurídico, no se impuso. No se arrepiente, sin embargo, de la inversión de tiempo en representar a Sara. "Cualquier momento en que puedes hacer retroceder la oscuridad con la verdad, dejas entrar la luz. Es un buen trabajo.”


Members of the board of Bethany House of Hospitality.
Hermanas católicas se reunieron en 2017 para fundar y apoyar la Bethany House of Hospitality en los suburbios de Chicago. La casa es un refugio para jóvenes mujeres que buscan asilo. Sin ella, serían recluidas en centros de detención para adultos. En la foto aparecen miembros de la junta de la Bethany House of Hospitality. (CORTESÍA DE BETHANY HOUSE OF HOSPITALITY.)

“Por ahora, somos su familia”

MÁS DE UNA DOCENA DE comunidades de mujeres religiosas han trabajado juntas en Illinois para crear un lugar seguro para las jóvenes solicitantes de asilo que han salido de los centros federales de detención de niños. Las solicitantes de asilo, de 18 a 22 años, que de otra manera habrían sido encadenadas y llevadas a centros de detención para adultos, son en cambio bienvenidas en Bethany House of Hospitality (Casa de Hospitalidad Betania) en el área de Chicagoland.

"‘Elizabeth’ llegó a los Estados Unidos sola después de que su padre muriera cruzando el Río Grande," dice la hermana dominica Kathlyn Mulcahy, O.P., sobre una huésped de Bethany House. "Los esfuerzos para encontrar a la familia que le queda en Angola han sido en vano, pero ella mantiene la esperanza. Por ahora, nosotros en Bethany House somos su familia mientras ella estudia para obtener su diploma de secundaria."

Mulcahy sirve como coordinadora de la casa los fines de semana, mientras otras hermanas se encargan de sus tareas durante la semana.

"Estar aquí en Bethany House es una forma de solidarizarse con las mujeres de todo el mundo," afirma Mulcahy. "Son signos vivos del colapso de nuestro mundo, sí, pero también son signos vivos de esperanza y coraje trabajando para superar ese colapso. Sus vidas aquí proclaman que es posible una nueva historia, una en que las mujeres de todo el mundo viven y trabajan juntas para apoyarse unas a otras y crear nuevas posibilidades.”

Susan Flansburg
Susan Flansburg produce contenidos online e impresos para empresas, organizaciones sin fines de lucro y personas en Flansburg Sivell Communications. Ha trabajado durante muchos años con comunidades religiosas.

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