Floreciendo entre generaciones
"SE ESTIMAN MUTUAMENTE"; así es como la Hermana María Cimperman, O.S.U., 44, ve a los dos extremos del rango de edades de sus comunidades religiosas, donde ella y muchos otros miembros más jóvenes de comunidades de los Estados Unidos se encuentran superados en cantidad por sus mayores (aunque en algunas comunidades de los Estados Unidos predominan los jóvenes).
Cimperman pertenece a las Hermanas Ursulinas (Ursuline Sisters) de Cleveland, Ohio y enseña en la Escuela de Teología de los Oblatos de San Antonio, Texas. La mayoría de los jóvenes religiosos manifiestan amor por sus mayores, y el deseo de aprender de su sabiduría. Muchos religiosos ancianos tienen gran afecto por los novatos.
Cimperman pone este ejemplo, de una región de las Ursulinas que ella conoce: "Una postulante, de alrededor de 20 años, pasó un tiempo durante las vacaciones de Navidad con las hermanas de la enfermería, y creó un video online con saludos de muchas de las hermanas de la enfermería, que luego se envió a toda la provincia, llegando a los Estados Unidos, África, Roma, y otros lugares donde las hermanas ejercen su ministerio. ¡Este video generó energía y respuestas de todo el mundo!"
Como la vida religiosa misma, la brecha generacional que está surgiendo dentro de las comunidades religiosas toma muchas formas: No siempre se la considera negativa, a veces es poco convencional. Miembros jóvenes con grandes expectativas siguen uniéndose a las comunidades motivados por un genuino sentido de vocación.
Este es un rápido panorama de las realidades generacionales de la vida religiosa actual.
• Debido a que una cantidad extraordinaria de gente ingresó a las comunidades religiosas en los años 50 y 60, esa población numerosa y ahora anciana ha hecho crecer el promedio de edad de los miembros a más de 70 años.
• Al mismo tiempo, los ministros a cargo de las vocaciones informan que existe un interés creciente por la vida religiosa. Según una encuesta online realizada por VISIÓN, casi un 70 por ciento de las comunidades religiosas católicas ha observado un salto en las consultas vocacionales en 2008. Quienes deben discernir-los que están interesados en la vida religiosa-eran en su mayoría menores de 40 años, y cerca del 20 por ciento planeaba ingresar a la formación religiosa en los próximos 12 meses.
• Un patrón común en las comunidades es un gran número de personas de 70 años y mayores, apenas unos pocos entre 50 y 60, algunos alrededor de los 40 años y (aquí es donde las cosas varían sustancialmente) cantidades indefinidas entre cero y docenas entre los 20 y los 30, todos en diversas etapas de votos y formación. Los nuevos candidatos a menudo forman unas "mini-Naciones Unidas", representando a todos los países en que la congregación está presente, en particular los países con vocaciones en gran expansión, como Vietnam y Nigeria.
• Las comunidades se "están fusionando muchísimo," dice la Hermana Mary Charlotte Chandler, R.S.C.J., directora del Centro de Estudios de la Vida Religiosa de Chicago. Más de 150 se han fusionado desde1999. Para reforzar su número, combinar recursos y conservar su compromiso con su trabajo, entidades geográficas separadas de las mismas congregaciones se están uniendo. Y a veces se están uniendo comunidades similares.
Ciclos vitales
Desde que surgió la vida religiosa, unos 2000 años atrás, han existido varios ciclos de expansión y decadencia-con comunidades que se formaban para responder a una necesidad apremiante dentro de la iglesia y de la sociedad, que después se extinguían debido a las necesidades cambiantes, laxitud interna, o ambas. Chandler toma la perspectiva a largo plazo, compartida por muchas personas: "Las formas de vida religiosa van a cambiar, y probablemente estemos en medio de un cambio ahora." Ella prevé que llegará un énfasis en la contemplación, combinada con el servicio, en el testimonio público y en la vida y misión comunitaria.
Los religiosos más jóvenes también comprenden su momento en la historia de la vida religiosa. "Nosotros ingresamos sabiendo que somos pocos ahora. Siento empatía por los hombres mayores, que han pasado por tantas cosas," dice Brian Zumbrum, O.S.F.S., 23, refiriéndose a los cambios que sucedieron en los años 60 y 70 después del Concilio Vaticano II.
"Tengo una visión realista de que existe la posibilidad de que en 40 o 50 años nuestra comunidad desaparezca," dice Zumbrum, un novicio de Washington, D.C. que se prepara para la vida con los Oblatos de San Francisco de Sales. "Eso surgió en mi proceso de discernimiento. Yo creo que he sido llamado a estar aquí. Aun si soy el último que ha sido llamado, está bien." Aún así, Zumbrum está lejos de sentirse triste. Cuando habla de su vida, se lo oye como a un hombre locamente enamorado-y está totalmente enamorado de su comunidad.
Ese fuerte sentido de vocación es lo que distingue a los adultos jóvenes que están hoy en la vida religiosa. No es que simplemente despertaron un día y decidieron que el convento o el seminario parecían una buena idea. La mayoría de ellos se debatieron, se sintieron cuestionados por amigos y enemigos, y siguieron oyendo el llamado de Dios para ingresar a la comunidad que eligieron.
Tensiones
Estos "chicos" o "bebés" (como los llaman muchos de sus mayores) saben que están donde deben estar. Están en el lugar apropiado, pero el lugar apropiado puede ocasionar algunas tensiones. Las diferentes generaciones tienen distintas experiencias de vida, grados de energía, formas de rezar, hábitos tecnológicos, y actitudes en cuanto a los atuendos religiosos. Algunas veces esas diferencias se complementan mutuamente, y otras veces puede surgir la clásica brecha generacional, con todas sus frustraciones.
"Realmente, los más viejos traen consigo mucha sabiduría", dice un seminarista de 30 años que pidió no ser identificado. "Al mismo tiempo es importante que los ancianos escuchen a los más jóvenes, porque quizás es hacia allí que se está dirigiendo la iglesia." Este seminarista pide que haya respeto mutuo en las diferencias entre los hombres más jóvenes de su comunidad que se sienten atraídos a la adoración Eucarística y los más ancianos, que la consideran una señal de teología débil que limita la presencia de Dios.
Él también ve con beneplácito la apertura dentro de la comunidad y las discusiones relativas al énfasis que ponen los jóvenes en las señales externas, particularmente la vestimenta religiosa. "Las personas mayores han internalizado su identidad," señala. "No tienen tanta necesidad de usar [la vestimenta clerical]." A menudo los símbolos católicos significan una cosa para los jóvenes (para quienes los hábitos religiosos son un testimonio público, que demuestra el amor por la iglesia) y otra cosa diferente para los mayores (para quienes los hábitos separan lo religioso de lo laico). Jóvenes y mayores están de acuerdo en que esto ayuda a seguir conversando entre las generaciones.
HERMANA Erin Zubel, O.S.U. |
Ella y varias de las mujeres entrevistadas para este artículo también asisten a reuniones de Giving Voice--reuniones inter-comunitarias de hermanas de menos de 50 años (ver www.giving-voice.org)-y se mantienen en contacto con amigas que encontraron allí. Dado que la cultura de la vida religiosa es más abierta de lo que solía ser, y dado que hay tan poca gente joven, los mayores de muchas comunidades alientan a sus miembros más jóvenes a estar en contacto con otros jóvenes de diferentes formas de vida.
HERMANA Jennifer Marie Zimmerman, S.N.D. |
Mantener viva la visión
Cimperman plantea un desafío a las comunidades que están aprendiendo a vivir con una gran población de personas mayores al mismo tiempo que reciben a los recién llegados: Cuiden de los que se retiran y de los ancianos, pero asegúrense de mantener viva la misión, y de mantenerla grande. "Tiene que ser épica," dice. "El evangelio es épico, así que tiene que ser grande."
"Verdaderamente, la mira debe estar en ambos lugares. El grupo tiene que mirar las finanzas y. . . también es muy bueno que todavía estemos orientadas a la misión y ocupadas en el servicio," dice Zimmerman.
Si alcanzar el equilibrio es importante, entonces las comunidades van a tener que mantener muchas conversaciones acerca de su futuro. No todas las comunidades lo están haciendo. Algunos religiosos son reacios a hablar de cuestiones de edad. Otros dirigentes de comunidades están alentando las discusiones, preguntando: ¿Sobrevivirá la comunidad? ¿Está adoptando una misión digna de la vida de una persona? ¿Cómo se va a atender a los ancianos? ¿Cómo va a pagar la comunidad por su cuidado?
Estos interrogantes podrían preocupar a las religiosas jóvenes, si lo permiten. ¿Alguna vez una religiosa joven pierde el sueño preguntándose si su comunidad va a existir dentro de unas décadas? "Si quiero volverme loca, lo hago," bromea Zimmerman. Pero ella y otras religiosas jóvenes regresan una y otra vez al mismo tema, cuando se les pregunta sobre el futuro. Dios las ha llamado. La vida está en riesgo, ya sea que te comprometas con la vida religiosa u otra forma de vida. Confía en Dios.
"Les diría a los lectores de VISIÓN que asuman el riesgo de probar esta vida," dice Zumbrum. "No hay mejor momento para arriesgarte que cuando eres joven."
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